Belmez se envuelve en aromas y tradición con la celebración del Día de los Tomillos en honor a San Sebastián
En la pintoresca localidad de Belmez, la emoción y el bullicio llenan el aire en vísperas del Día de los Tomillos, una tradición profundamente arraigada que une a la comunidad en una festividad única en honor a San Sebastián. Con fechas marcadas en el calendario para el 19 y 20 de enero, los residentes de Belmez se sumergen en la recolección de tomillos en los días previos, preparándose para una celebración que fusiona espiritualidad y vínculos comunitarios.
Las excursiones al campo se convierten en una actividad esencial antes del festejo, donde amigos y familiares se embarcan en la búsqueda de la preciada planta aromática. El característico aroma del tomillo impregna el aire, anticipando la atmósfera única que transformará Belmez y sus aldeas en un crisol de tradición y camaradería.
El apogeo de la festividad tiene lugar durante la Gran Fiesta, donde la población se congrega alrededor de hogueras para compartir amistad y entonar canciones tradicionales. El deleite culinario no se queda atrás, ya que los participantes se regalan con productos típicos de la región, creando una experiencia multisensorial que rinde homenaje no solo a San Sebastián, sino también a la riqueza cultural y a la vitalidad de la comunidad.
El humo y las esencias de tomillo envuelven Belmez durante estos días, tejiendo una experiencia única que deja una marca indeleble en la memoria colectiva. El Día de los Tomillos no solo es una celebración religiosa, sino un evento que fortalece los lazos comunitarios, creando recuerdos que perduran en el corazón de los habitantes de Belmez. Esta encantadora tradición destaca la belleza de la diversidad cultural y resalta la vitalidad de una comunidad unida por la devoción a sus raíces.
La llama eterna de Manuel García Balsera: 70 años de devoción al Día de los Tomillos en Belmez
En el pintoresco pueblo de Belmez, el ayuntamiento se erige como un ferviente defensor de sus tradiciones y costumbres, luchando incansablemente para que estas no se pierdan en el devenir del tiempo. Entre las celebraciones más queridas se encuentra el Día de los Tomillos, una festividad que adquiere un significado especial para una familia en particular.
La historia comienza un 19 de enero de 1931, cuando Manuel García Balsera vio la luz del mundo en pleno corazón de la celebración de los Tomillos. Su madre, Manuela Balsera, a solo horas de dar a luz, se marchó valientemente a recoger leña y tomillos para encender la hoguera en la calle Santa Isabel. Este gesto simbolizaba más que una tradición; era un acto de amor y conexión con la comunidad.
Las circunstancias de la vida llevaron a que Manuela Balsera diera a luz ese mismo día, a las 20:00 de la tarde, y el recién nacido Manuel García pudo oler y sentir el humo aromático de la festividad mientras era sacado a la candela por la comadrona.
Durante 70 años, Manuel García Balsera, residente de la calle Real 21, en la calle Nava, no dejó de encender su candela en el Día de los Tomillos. Ni el frío, ni la lluvia, ni siquiera las pandemias pudieron frenar su devoción. Contemplaba la llama con gratitud, pero lo que más anhelaba era ver a sus amigos y familiares reunidos alrededor de esa luz cargada de cariño y amistad.
El 19 de enero de 2017 marcó el último encendido de tomillos por parte de Manuel García Balsera. Aquella noche, observó con emoción a sus seres queridos unidos junto a la candela de su casa. Tres días después, partió para encender su día en el cielo, dejando tras de sí una llama eterna que seguirá ardiendo en la memoria y el corazón de Belmez.
La tradición perdura, no solo en la calle Santa Isabel, sino también en el firmamento que ahora cuenta con la luz de un belmezano que sigue iluminando su amado pueblo desde lo alto.